En medio de la crisis social, económica y sanitaria que atraviesa el planeta por el Covid-19, el mundo se ve forzado a detener su avance y rutina sobre las dinámicas habituales y sentir el temor de verse enfrentado a una “anomalía”. Una disrupción imprevista en nuestros planes que nos llena de incertidumbre y nos sumerge en la crisis.

Confusión, miedo, bombardeo de información, desconcierto, tristeza, cuestionamientos profundos. Todo a la vez, todo entremezclado. Una súbita energía nos invade y muchas veces se transforma en angustia que nos desgasta y debilita.

Sin embargo, al mirar por la ventana o por la televisión y constatar la ausencia de las grandes masas de personas corriendo apuradas y absortas, al escuchar el silencio o los sonidos del entorno que yacían ocultos bajo el manto de ruido del día a día, nos damos cuenta de que la naturaleza sigue ahí, permanece.  La vida sigue, hay una estela de energía positiva y el mundo parece estar paradójicamente, en calma.

Todo cambio realmente relevante en nuestra historia ha surgido a partir de la crisis.  La tensión, el dolor, la incertidumbre, empuja al hombre a innovar, es el combustible de la adaptación y el aprendizaje. Esta fuerza motriz, emanada de la incertidumbre y el miedo, puede destruirnos o bien impulsarnos.

Este momento es una invitación a reflexionar y una oportunidad para la humanidad. Ya nada volverá a ser igual, el mundo se enfrenta a lo que algunos intelectuales han llamado uno de los momentos decisivos de nuestra era. El Covid-19 nos plantea entre muchas otras algunas preguntas como, ¿esta nuestro modelo de desarrollo tecnológico, económico y social realmente al servicio de las personas y las comunidades?, ¿hemos aprendido a partir de la globalización a trabajar realmente en forma colectiva a nivel de familia, barrio, región, país o mundo?, ¿es nuestra sensación de dominio y control de la naturaleza real o aparente?, ¿estamos como planeta preparados para enfrentar y actuar en forma coordinada frente a crisis globales y para tomar las decisiones difíciles que permitan anticiparnos a crisis planetarias?.

Es tiempo de detenernos y mirar atrás. Ver cómo hemos modelado y curvado la realidad de acuerdo a nuestros objetivos y valores movilizadores. Cuestionarnos que es lo que hemos hecho bien y que hemos hecho mal, reflexionar y soñar para luego decidir y actuar. Nuestro mundo ha cambiado nuevamente y en forma definitiva. Es el momento de que surjan nuevos caminos, formas de convivir, interactuar y relacionarnos entre nosotros y con el medio.

En Límite Sur enfrentamos uno de los desafíos más grande de nuestra historia. Somos una PYME y tenemos temor, no sabemos si podremos seguir funcionando en la forma en que nos habíamos propuesto ni si podremos continuar con la ruta que tanto tiempo nos costó trazar como empresa. Ni siquiera tenemos claro aún cómo podremos sobrellevar nuestra carga financiera ni que modificaciones demandará en el corto y mediano plazo para nuestro equipo, clientes y amigos.

Pese a todo si sabemos algo, no morirá con nosotros el sueño y el mundo que queremos construir, estamos más convencidos que nunca que una nueva forma de empresa preocupada del impacto ecnómico, ambiental y social es parte de la adaptación y que hace dos meses la humanidad ha comenzado a construir un nuevo modo de entendernos, de relacionarnos, de actuar y de priorizar lo realmente importante en esta vida.

Límite Sur no se mantendrá ajeno a ello y como organización estamos haciendo todo lo posible para mantenernos firmes, asumir un rol activo y contribuir a la construcción de una mejor sociedad. ¿Cómo? Aún no lo sabemos del todo, pero estamos seguros de que no bajaremos los brazos y juntos encontraremos el camino.