AndesTrailing: Araucarias y Volcanes en el Parque Nacional Conguillío

Aunque Temuco se encuentra a más de 650km de Santiago, viajes nocturnos en bus te permiten llegar allá el sábado de amanecida y volver el domingo a última hora para llegar a trabajar a Santiago el lunes. El parque nacional Conguillío, característico por su gran cantidad de Araucarias y el distintivo volcán Llaima en su centro, fue el objetivo de este fin de semana de mediados de enero. Recorrimos gran parte del parque e incluso ascendimos el Llaima para tener una impresionante vista panorámica. 

Es viernes en la noche. Al contrario de la mayoría de los santiaguinos en verano, no estamos yendo a un pre para salir, ni estamos arriba de un auto camino a alguna playa del litoral central. Nos encontramos en el terminal de buses San Borja, haciendo fila para canjear un pasaje a Temuco.

A las 11PM estamos arriba del bus. Se apagan las luces y el sueño nos invade. En un abrir y cerrar de ojos, estamos en Temuco: ya es sábado y el sol comienza a salir por el este. Comienza la aventura. Nos dirigimos en auto hacia el parque nacional Conguillío… ¿pero qué haríamos allí? A decir verdad, ninguno investigó mucho sobre qué veríamos el primer día, sólo sabíamos que el domingo atacaríamos la cumbre del imponente volcán Llaima.

DIA 1

En una hora y media de auto con el Llaima siempre al frente nuestro, llegamos a la barrera de la CONAF del parque Conguillío y averiguamos sobre los atractivos del lugar. Después de una animada conversación sobre distintos lugares que visitar, la Laguna Arcoiris sería nuestro primer destino del día. El camino para llegar allá fue realmente idílico, una tierra de contrastes se presentó en todo momento: araucarias gigantes fueron dando paso a desiertos rocosos de antiguas erupciones volcánicas. Lagunas de colores y montañas nevadas, todo se conjugaba formando paisajes y vistas espectaculares. Al llegar a la laguna Arcoiris, se congregó todo lo que habíamos visto en el camino en un sólo lugar.                                                                                                                

 La mística Laguna Arcoiris se sitúa entre frondosos bosques nativos y lava volcánica.

Fue esta la primera sorpresa del fin de semana: una fotogénica laguna con un fondo de colores se presentó ante nosotros. La miramos desde todos los ángulos, nos tomó unos 20 minutos darle la vuelta. Comenzamos a darnos cuenta de que estábamos en un parque extremadamente hermoso, por lo que las expectativas fueron en aumento a medida que pasó el día.

Volvimos al auto, y nos dirigimos hacia el cerro Sierra Nevada en busca de un trekking tranquilo que nos permitiera estirar un poco las piernas. Una hora de caminata bastó para acceder al mirador Los Cóndores, mágico lugar que nos ofreció vistas al Lago Conguillío y al volcán Llaima. Echamos de menos algún cóndor que le hiciera honor al nombre del lugar, pero no se puede tener todo en la vida. 

El mirador Los Cóndores se encuentra a mitad de camina hacia la cumbre de Sierra Nevada. Ofrece una panorámica del lago Conguillío inigualable

Bajamos rápidamente del mirador en este caluroso día sábado para dirigirnos a la Playa Linda, en el Lago Conguillío. Aunque estemos en un parque nacional, seguimos estando en verano por lo que nunca está de más relajarse y disfrutar. Tibias aguas y un paisaje espectacular nos acompañó en esta tarde de relajo.

La playa linda se encuentra en el extremo oriente del Lago Conguillío. Nos permitió bañarnos y relajarnos después de la subida al mirador.

El hambre se hizo sentir cuando el sol se cernía directamente sobre nosotros, pues ya era hora de almuerzo. Nos dirigimos entonces a comer a un imperdible del parque: las empanadas mapuches del local Ruca Witran.  Con una masa parecida a un pan amasado, nos comimos unas empanadas napolitanas realmente exquisitas (y muy contundentes). Habiendo repuesto energías, llenamos nuestras botellas con agua en ese lugar y nos dirigimos hacia la base del volcán Llaima.

Conducimos hacia el centro de esquí Las Araucarias, lugar en donde instalaríamos nuestro campo base. Fue muy bueno contar con un auto 4×4, ya que nos permitió llegar hasta la parte más alta del centro, ahorrándonos unas dos horas de caminata para el día siguiente.

Armamos campamento y, con el Llaima ahora como telón de fondo, comenzamos a cocinar y a alistar todo para el día siguiente. Encontrándonos a más altura (1900msnm aprox), fue clave abrigarnos con nuestros polerones de chiporro REU para enfrentar la helada brisa que comenzó a correr. Luego, acompañados por nieve cobriza producto de la puesta de sol, nos metimos a la carpa a descansar. 

En la base del volcán Llaima, con nuestros polerones de chiporro REU protegiéndonos del frío

Termina el primer día con un atardecer espectacular, con colores cobrizos en la nieve y una exorbitante vista de los valles centrales

DIA 2

Son las 5:00AM, y el despertador ya está sonando. Rápidamente nos vestimos, salimos de la carpa y comenzamos a preparar un energético desayuno. La temperatura era agradable y, cuando dieron las seis y veinte emprendimos nuestra caminata. El crepúsculo fue realmente inolvidable: la silueta del volcán Llaima fue dando paso a un sinfín de colores en el cielo… definitivamente uno de esos momentos que se quedarán en la memoria para siempre. 

El volcán cuando amanecía. La ruta seguía hacia el filo norte (filo izquierdo en la foto).

Casi alcanzando el filo norte. Ya han pasado algunas horas y los primeros rayos de sol aclaran el día

La primera hora fue una caminata de aproximación tranquila con pendiente baja y a medida que nos acercábamos al cono del volcán, la cantidad de nieve en el camino fue aumentando. Las páginas de internet que habíamos consultado indicaban que no era necesario llevar crampones al volcán en época estival, sin embargo, nos llevamos la desagradable sorpresa de que sí eran necesarios. Se alargó la jornada ya que era peligroso acceder a pendientes de hielo sin crampones. La ruta que seguimos fue, en este parte, a través de los pequeños manchones sin nieve que quedaban e incluso tuvimos algunas pasadas de hielo que debimos hacer con sumo cuidado.

Había que apuntar siempre en dirección norte hasta llegar al filo del volcán ya que era el lugar que menos nieve acumulada tenía. Una vez alcanzado el filo, las vistas que nos acompañaron fueron impresionantes: hacia el norte los volcanes Tolhuaca, Lonquimay y Callaqui, y hacia el sur el perfecto cono del volcán Villarrica, además del Lanín y el Quetrupillán. 

Habiendo alcanzado el filo, la vista es sencillamente espectacular. Volcanes se asoman por doquier

Siguiendo con el ascenso, llegamos a la parte final de la ruta. Una cumbre cercana, con fumarolas furtivas entremedio; el Llaima se posaba frente a nosotros. “¿Será una media hora más hasta la cumbre?” Nos preguntamos inocentemente.

Conforme avanzamos nos dimos cuenta que lo que nos quedaba era la parte más dura del ascenso. Un acarreo de roca volcánica muy suelta nos acompañó en esta última parte, de esos en que con diez pasos sólo avanzas uno, porque en los otros nueve retrocedes exactamente lo que avanzaste. El sol ya llegaba a su punto más alto, y de no ser por el viento el calor hubiese sido insoportable. A ratos se escuchaba una que otra frase culpando el maldito terreno que nos habíamos propuesto subir. 

Último extenuante acarreo. Las rocas volcánicas sueltas hicieron que la última subida fuese realmente cansadora. En el fondo el volcán Lonquimay (izquierda) y la Sierra Nevada (derecha).

No fue “media horita” tranquila como habíamos estimado al principio, sino que tardamos una hora y media en terminar el acarreo, pasando varias fumarolas en el camino que le daban un sabor volcánico al ascenso. Terminamos la fuerte pendiente para encontrarnos con la ansiada cumbre: un cráter muy extenso, nevado en su interior y con fumarolas saliendo en todo su rededor. Fueron 5h10m de ascenso, llegando a las 11:30AM a la cumbre. El viento cesó y nos sentamos a disfrutar de un rico almuerzo: fajitas con jamón, salame, queso, tomate y palta. ¡Qué más se puede pedir! El suelo estaba caliente por la fuerte actividad volcánica que se forjaba bajo nosotros, y el olor a azufre de la cumbre no nos dejaron olvidar el hecho de que nos encontrábamos en la cumbre de uno de los volcanes más activos de Chile.

Cumbre del volcán Llaima (3125msnm) mirando hacia el sur. Al fondo se aprecian claramente los volcanes Lanín y Villarrica. El cráter esta nevado en su interior, y fumarolas emanan vapor y azufre desde todas partes.

El descenso no estuvo exento de complicaciones. La bajada por el acarreo de piedra volcánica se transformó en un festival de piedras rodantes. Debimos bajar con mucho cuidado para que las piedras que soltaba uno no fueran a dar en la cabeza del otro. En este punto echamos de menos un casco que nos hubiese protegido ante cualquier eventualidad, pero no tuvimos más alternativa que ser muy cuidadosos y ordenados con la bajada. Más abajo, lo positivo fue que lo que era hielo en la subida se había derretido para dar paso a nieve que no ofreció peligro alguno.

Descenso por nieve ya derretida con el sol

Llegamos al campamento, desmontamos todo y emprendimos el viaje de regreso. Aun habiendo conseguido nuestro objetivo, nos quedó toda la tarde del domingo para ir a relajarnos al desconocido Lago Quepe. Con el permiso que nos dieron en la entrada, ingresamos a este lago del que sólo supimos después de conversar con el guardaparques de Conguillío. Fue un merecido descanso en un lago tan espectacular como solitario.

Relajándonos en el Lago Quepe

Aguas tibias y mucho sol despidieron este tremendo fin de semana en la novena región de Chile. Nos volvemos a Santiago habiendo conocido un precioso rincón de Chile, que incluyó volcanes, lagunas, bosques nativos, roca volcánica… una variedad de paisajes realmente abundante. Aunque requirió un poco más de esfuerzo por la distancia recorrida, fue un fin de semana increíble que nos introdujo a una región llena de volcanes por ascender y parques nacionales por visitar.

AndesTrailing: Diego Kaulen @eldiegok y Francisco Escobar @ikoescobar

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